lunes, 12 de octubre de 2015

Razón número 34567 por la que no he terminado la tesis:


Estoy leyendo ese libro que por un tiempo me negué a hojear siquiera: "Julio Cortázar, clases de literatura, Berkeley, 1980"; al final esta curiosidad-enamoramiento-fascinación que desde hace años me invade por ese señor de los ojos distanciados me hizo acudir, tras una crisis de tesis, a él.
Mi negación a su lectura proviene de lo que sus editores han hecho con su obra y sus letras, una comercialización y fetichismo absoluto, incontenible, que les va a dar para vivir de Cortázar muchos años, mientras sigan encontrando papeles hasta por debajo de las piedras. No me sorprendería, que como pasó con Pizarnik, se quiera hacer una invocación espiritista para que Cortázar siga diciendo y escribiendo y ellos sigan engordando sus bolsillos. Todo esto también ha provocado que hoy existan más fans de Julio, que lectores y lectoras de Julio. Y ya, me estoy poniendo insoportable.
—Sos insoportable, sobre todo cuando eres insoportable...
El punto es que quería saltarme el prólogo, precisamente por ser escrito por aquel señor que sigue buscando, hasta en la basura, palabras de Cortázar, pero otra vez mis fantasmas me hicieron comenzar a leerlo. Ahí habla de cómo precisamente esos textos, las clases de literatura, fueron pronunciadas por Cortázar y él decidió pasarlas al papel para venderl... Digo para compartirlos. Me detuve y recordé mi primer encuentro con este señor, Carles Álvarez Garriga; fue en el Congreso Internacional de relecturas críticas de la obra de Cortázar, a propósito de los 50 años de Rayuela, realizado en la biblioteca Nacional de Argentina. Esa conferencia en particular fue tumultuosa, entre otras cosas por seguir afirmando que no le perdonan a Julio haberse ido de Argentina (mientras le perdonan a Borges haber apoyado el régimen porque él sí se quedó en Argentina)y porque Carles comenzó un discurso en contra de la Revolución Cubana, por supuesto se había adentrado al tema de la politización de Cortázar. Y al final de su disertación se aventuró a hablar por el cronopio, a interpretarlo y volverse hasta su médium: "Seguro Cortázar hubiera señalado que la Revolución Cubana fue un error y se hubiera arrepentido de apoyarla"... Silencio, hasta que un compañero centroamericano dijo que cómo podríamos pensar la lucha latinoamericana sin Cuba y que cómo podría hablar así por uno de los escritores más politizados de los sesentas, quien hasta el final escribió su amor por Cuba y su solidaridad con la lucha configurada desde el tercer mundo. Todo culminó con un ¡Viva Cuba! Venido desde el fondo. Aplaudimos diez personas. Solo diez. Mientras el compañero ondeaba la bandera palestina y las señoras famas salían con sus largos vestidos sintiéndose ofendidas y mostrándole su apoyo a Carles Álvarez...
— Saltate el prólogo, che...

No hay comentarios:

Publicar un comentario