martes, 18 de agosto de 2015

Quiero volver a perseguir lo desconocido, lo exuberante

-Quiero volver a perseguir lo desconocido, lo exuberante y sorprenderme con las máquinas que imprimen poemas y con los cielos plagados de colores y nubes. Quiero volver a perderme entre calles de nombres distintos y poblar mi soledad, acompañarla, sentirla, mecerla y cantarle mientras la noche no es noche sino tierra posible. Quiero volver a estrujar mis ojos para que alcancen a mirarlo todo, pero mirarlo bien, mirarlo hasta con las rodillas, mirar los parques solitarios, el café con leche y sentirme extraña, ajena, distante; sin ser esa extraña, ajena, distante que duele, que golpea en las puertas de los sentires ambiguos para que le den un rinconcito de ternura o de infierno florido.
Y ahí, en ese punto de inconmensurable movimiento, quiero volver a encontrarte, no a ti, sino a ti en ese lugar de la extrañeza, no a ti, es decir, a ti, este extraño de cara conocida. Sino a ti, ese viajero que me mira partir, brincar, llover, reír y a quien miro partir, brincar, llover, reír y todo eso nos hace libres, nos hacía libres...
-¿Qué decís piba? Pero si sólo te pregunte la hora, boluda, ¿vos no pensás dormir nunca?

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